Resulta difícil sustraerse, al menos desde el punto de vista de la actividad política, a la supuesta crisis que se ha planteado en la Concertación con el surgimiento de dos listas para las municipales, donde la DC y el PS forman un bloque, mientras que el PRSD y el PPD resultan ser los partidos gestores de una suerte de división en la Concertación.
Por una parte, no se puede desconocer el hecho obvio de que al aplicarse un sistema electoral proporcional surge naturalmente el incentivo para ir desagregados con el fin de “pesar” individualmente a cada partido. Al efecto, las fórmulas proporcionales al integrar a las minorías y a los partidos pequeños obligan a éstos a optimizar la captación de votos para lograr pasar el umbral que les permite obtener representación.
En esta perspectiva, y en el caso específico de la Concertación conformada por cuatro partidos, resulta lógico sostener que el mayor rendimiento de votos para cada uno de ellos se obtiene al ir en listas separadas, ya sea en pares como ha sucedido ahora o individualmente. Obviamente, en esta circunstancia el resultado de esta aplicación significa modificar la correlación de fuerzas conforme la cuantía de votos obtenidos en la elección. Hasta ahora, el conglomerado actuaba como un partido (Concertación) en la medida que llevaba una sola lista cuyos cupos se distribuía de acuerdo al tamaño y votación histórica de las distintas facciones (partidos).
Si el sistema electoral que se aplica a las municipales incentiva justamente este tipo de comportamiento. Si, además, este sistema proporcional fue aprobado en su oportunidad con un avasallador apoyo de la propia Concertación. Si la Concertación se sigue autodefiniendo como una alianza electoral. ¿por qué se habla de crisis política, al punto que la propia Moneda y ex - Presidentes deban intervenir?
Antes de esbozar algunas líneas de trabajo para responder a todo ello, nos parece necesario reflexionar acerca de la facilidad con la cual se amplifican y muchas veces se exageran los hechos que definen el día a día de nuestra sociedad. En esta ampliación o exageración, los medios juegan un rol importante, pero no cabe duda que ello no tendría impacto si no hubiera actores políticos dispuestos a validar los hechos. En un análisis mas profundo, las crisis aparecen cuando los conflictos políticos asociados a la imposibilidad de imponer la voluntad o al choque frontal de intereses de los actores que interactúan llega aun límite donde la crisis aparece provocada con el fin de amilanar y neutralizar al oponente, logrando que éste deponga su actitud y se someta a quien maneja la crisis.
En el caso que nos ocupa vale, además, preguntarse, ¿la democracia en Chile se ve afectada si la Concertación deja de existir? O, al revés, ¿es la Concertación un respaldo efectivo del sistema democrático? (demás está decir que estas mismas preguntas se pueden aplicar a la Alianza por Chile). Dependiendo de cómo se respondan esas preguntas tendremos como conclusión que la Concertación sobrevalora su actual aporte a la democracia. En los hechos están surgiendo nuevos partidos regionales y nacionales, que seguramente tendrán representantes al menos a nivel de concejales y posiblemente alcaldías.
Con todo lo anterior, resulta evidente que el escenario político partidista enfrenta cambios que se van a expresar plenamente el año 2009, pero donde la profundidad de dichos cambios dependen en cierta forma de los resultados que se obtengan en las municipales.
Por otra parte, y ya avanzando en la respuesta, el hecho de que los partidos políticos aprovechen las ventajas del sistema proporcional, no implica que debiera existir una crisis política en las coaliciones. Muy por el contrario, si la Concertación se define como pacto electoral, nada impide que aprovechen las ventajas y exigencias del sistema binominal y vayan juntos en las elecciones parlamentarias y en la presidencial.
Lo que si es cierto, es que al ir en listas separadas a nivel local, se genera una optimización de la votación de los partidos más chicos que les puede permitir modificar su peso relativo al interior de la coalición y con ello se modifican los términos de negociación, afectando el marco en que se debería desarrollar las correspondientes a las parlamentarias y presidenciales. En otras palabras, se produce una redistribución de poder al interior de la coalición que se refleja en su capacidad de negociación e influencia. Quienes suelen perder en este tipo de esquemas son los partidos grandes que normalmente mantienen su posición en virtud del soporte que le da el resto. En este caso, el mayor costo lo podría tener la DC, en la medida que su respaldo electoral no sea sólido ni muestre posibilidad de ampliarse a otros sectores. Del mismo modo, y tal vez sería el mayor riesgo para la Concertación, el enfrentamiento personal de los candidatos.
El tema de fondo, el cual se relaciona con los tres escenarios planteados someramente en nuestra anterior columna, se refiere a las condiciones políticas que se deberían construir –asumiendo que ello es posible- para llegar al mejor escenario presidencial. Es justamente en torno a este punto donde las discrepancias de la DC y el PS respecto a sus socios PRSD y PPD surgen con mucha fuerza.
La debilidad del argumento DC-PS está en el supuesto de que la realidad política no cambia. Esto es que la salida de senadores y diputados del partido no implica cambio, que el surgimiento de nuevos referentes políticos tampoco supone un impacto. Es decir, se plantea un escenario que se basa solamente en la unidad de la Concertación sin evaluar adecuadamente los cambios en el entorno.
Por otra parte, el efecto no deseado de una crisis mas manejada es que exige cambios profundos en las relaciones, pudiendo convertirse en un problema no deseado en la medida que contamina las confianzas y disminuye el dialogo.
En política, tal cual que en otras áreas del quehacer humano, los extremos son malos. Las crisis debieran surgir como resultado de un proceso conflictual, entendiendo que cuando la crisis se acelera ex – profeso, los cambios pueden ser justamente aquellos no deseados. La democracia chilena esta en un estadio de lenta evolución sin liderazgos claros y sólidos. Cuando se plantean crisis artificiales o con poca madurez respecto a sus componentes, el desgaste político es muy alto y los resultados son paupérrimos.
Un resultado obvio de esta seudo crisis, es que la Concertación tendrá que definir los elementos de convergencia que los caracterizan para poder enfrentar las próximas elecciones. Por el momento, este espacio que se abre por un conflicto inexistente será aprovechado por los movimientos y partidos emergentes que empiezan a ser observados por los desencantados de la partitocracia criolla.
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